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De Humillación a Sobreprotección: Extremos en la Educación Canina

En la búsqueda del bienestar del perro, la educación canina ha tomado extremos que no son saludables.

Debemos enfrentar tanto a aquellos que utilizan métodos cuestionables y maltratan al perro en nombre de la educación o adiestramiento, como a esta nueva corriente, también de extremos en la educación canina, que busca proteger al perro en una burbuja donde nada lo afecte.

Siempre debemos velar por el bienestar físico y emocional del perro siguiendo las políticas LIMA, pero esta tendencia de evitar cualquier tipo de adversidad nos lleva a un punto de no retorno.

La exposición del perro a nuevas experiencias es parte natural de la vida

Siempre y cuando estas presenten algún nivel de exigencia. Los cambios suelen surgir de una exigencia adecuada e ideal, y no de mantener al perro en una burbuja. O como en el otro extremo en la educación canina, de exponerlo a toda costa y de cualquier forma.

Si el perro no se acostumbra a enfrentar exigencias, nunca podrá lidiar con ellas de verdad. Es fundamental identificar dónde comienza la exigencia en cada escenario o estímulo para el perro. Ninguno de los extremos en la educación canina hacen esto.

Sobreprotección: Extremos en la Educación Canina

Tanto en el proceso de habituación como en el de desensibilización, la exigencia es necesaria para avanzar y progresar. Si el estímulo se intensifica y el perro no responde, es momento de avanzar. La falta de respuesta se pone a prueba en base a la exigencia que genera en el perro.

¿Cómo sabemos si podemos dar el siguiente paso si nunca llegamos a ese punto? Es como rendir un examen: es exigente y nos pone a prueba de manera controlada para evaluar si hemos aprendido y podemos aplicar lo aprendido.

La exigencia controlada nos permite evaluar si el perro puede poner en práctica lo que le hemos enseñado. Observamos si la respuesta sensibilizada realmente se produce.

¿Cómo podemos evaluar la capacidad del perro para tolerar la frustración si nunca sale de su zona de confort?

No subestimemos al perro. Las dificultades están presentes a lo largo de su vida, en cada escenario. Buscamos que el perro se adapte y encaje sin dificultades en determinados contextos, incluso en aquellos exigentes. Queremos que el perro se recupere, dé lo mejor de sí y aplique lo aprendido.

Todo esto implica preparar al perro en un entorno controlado para luego enfrentarlo a escenarios reales. Al hacerlo, aumentamos la exigencia. En el escenario real, reducimos nuestras expectativas respecto a las conductas del perro, ya que sabemos que es un entorno más difícil y exigente.

Los extremos en la educación canina nunca son buenos

Permanecer demasiado tiempo en un escenario controlado, como se propone en uno de los extremos en la educación canina, sin metas claras, sin un plan de progresión y sin aumentar la exigencia de forma adecuada, no logra grandes cambios en el comportamiento del perro en el mundo real, ya que nunca pudo aplicar lo aprendido.

Entendamos esto como una progresión seria y lógica, siempre considerando el bienestar emocional y físico del perro. Buscamos que aprenda, se vuelva más habilidoso y capaz. No queremos un perro robot ni un perro soldado. Buscamos preparar al perro con una base sólida para que pueda enfrentar de manera positiva las posibles adversidades del entorno, la vida misma.