Reforzadores Secundarios en Perros ¿Qué son?

Pablo Capra

03/12/2025
Qué son los reforzadores secundariosLos reforzadores secundarios en perros son estímulos que no tienen valor por sí mismos, pero adquieren capacidad reforzante al asociarse repetidamente con un reforzador primario. Aplaudir, decir “¡muy bien!” o usar un clicker son ejemplos habituales. En el entrenamiento canino, permiten conectar una conducta con un reforzador primario (como la comida), […]

Qué son los reforzadores secundarios
Los reforzadores secundarios en perros son estímulos que no tienen valor por sí mismos, pero adquieren capacidad reforzante al asociarse repetidamente con un reforzador primario. Aplaudir, decir “¡muy bien!” o usar un clicker son ejemplos habituales. En el entrenamiento canino, permiten conectar una conducta con un reforzador primario (como la comida), incluso cuando este no se entregue de inmediato.

A diferencia de los reforzadores primarios, que están ligados a necesidades biológicas y tienen valor innato, los reforzadores secundarios necesitan pasar por un proceso asociativo de condicionamiento clásico para que el perro los reconozca como significativos. Esa asociación debe ser clara y consistente: si un marcador verbal o sonoro no se acompaña del reforzador primario las suficientes veces, no se condicionará o perderá su valor.

Ejemplos de reforzadores secundarios en perros

Aunque el clicker es el más conocido, hay una gran variedad de reforzadores secundarios que pueden utilizarse en entrenamiento:

  • Marcadores verbales: palabras cortas y siempre iguales (“¡sí!”, “¡bravo!”, “¡bien!”) pronunciadas con el mismo tono.
  • Clicker: dispositivo que emite un sonido breve y constante, diseñado para marcar conductas con precisión.
  • Señales visuales: un gesto con la mano, levantar el pulgar, encender una luz.
  • Señales táctiles: un toque breve en el hombro o el costado del perro, útil en perros sordos o en entornos ruidosos.

En todos los casos, su valor depende de que hayan sido emparejados varias veces con reforzadores primarios. Por ejemplo, si cada vez que decís “¡sí!” le das un trozo de comida, la palabra empezará a anticipar algo positivo, luego se asociará y actuará como reforzador secundario.

Cómo se establecen los reforzadores secundarios

El proceso básico es el condicionamiento clásico: emparejar el estímulo neutro (la palabra, el sonido del clicker, el gesto) con un reforzador primario de alto valor.

  1. Elegir el estímulo que se convertirá en reforzador secundario (palabra, clicker, gesto).
  2. Emparejarlo con el reforzador primario muchas veces seguidas, sin pedir nada al perro al principio. Ejemplo: decís “¡sí!” y de inmediato das un trozo de comida.
  3. Mantener la contingencia: el secundario debe seguir asociado con el primario en la mayoría de sus usos, especialmente al principio.
  4. Usarlo en contexto de entrenamiento: marcar la conducta correcta con el reforzador secundario y luego entregar el primario.

Si el reforzador secundario se utiliza sin acompañarlo del primario durante demasiado tiempo, pierde su valor. Por eso, incluso cuando el perro ya entiende la asociación, es importante reforzar con el primario con cierta frecuencia.

Ventajas de usar reforzadores secundarios

Los reforzadores secundarios en perros permiten marcar la conducta exacta que queremos reforzar, incluso si no podemos entregar el primario de inmediato. Pueden usarse a distancia, manteniendo la comunicación clara aunque el perro esté lejos. Ayudan a reducir la dependencia de la comida en cada ensayo, ya que permiten intercalar refuerzos primarios y secundarios. Además, dan flexibilidad para reforzar conductas con otras consecuencias además de comida o juego, como el acceso a un recurso específico.

Errores comunes al usar reforzadores secundarios

Uno de los errores más frecuentes es pensar que, una vez que un perro responde a un reforzador secundario, ya no necesita reforzadores primarios. Esto lleva a que el secundario pierda valor y deje de funcionar. Otro error es usar demasiados marcadores diferentes o cambiar el tono y la duración del estímulo de un ensayo a otro. Esto confunde al perro y dificulta que asocie el estímulo con algo positivo. También es un problema usar un marcador fuera de contexto o para “calmar” al perro sin reforzar después. Por ejemplo, decir “¡bien!” para intentar frenar una conducta sin darle un refuerzo real puede vaciar de significado la palabra.

Cómo mantener el valor de un reforzador secundario

Para que un reforzador secundario se mantenga eficaz, es necesario reforzarlo periódicamente con un primario. No es necesario hacerlo siempre, pero sí lo suficiente como para que el perro siga asociando el estímulo secundario con algo que realmente le interesa. Conviene usarlo solo en situaciones de entrenamiento o en momentos donde realmente quieras reforzar algo. Cuanto más “limpio” esté el uso del secundario, más fácil será que el perro le preste atención.

Ejemplo práctico de uso

Supongamos que trabajás un llamado a distancia en un campo grande. El perro viene hacia vos y, cuando llega a vos, decís “¡sí!” (reforzador secundario). Ese marcador le indica que hizo lo correcto y que el premio está asegurado. El perro recibe un trozo de comida de alto valor o una felicitación y caricias tuyas (reforzador primario).

Reforzadores secundarios y generalización

Un reforzador secundario bien establecido puede utilizarse en distintos contextos y con diferentes conductas. Sin embargo, es importante que el perro lo escuche o vea con la misma claridad en todos los entornos. Si en un lugar hay mucho ruido, quizá una señal visual sea más eficaz que una verbal. Generalizar el uso del reforzador secundario significa enseñarle al perro que ese estímulo tiene el mismo valor sin importar dónde esté o qué esté haciendo, siempre y cuando ocurra la conducta esperada.

Los reforzadores secundarios son una de las herramientas más útiles para entrenar con precisión y construir conductas sólidas a largo plazo. Su valor no está en reemplazar a los primarios, sino en complementarlos y ampliar las posibilidades de comunicación con el perro. Elegirlos bien, condicionarlos correctamente y mantener su asociación con reforzadores primarios es lo que garantiza que sigan siendo efectivos a lo largo del tiempo.

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